Ser gallego es sentirse piedra. Para saber lo que piensa una piedra hay que sentirse agua. Es el único elemento que le hace algún daño a la piedra, salvo otra piedra. Para saber lo que siente una piedra hay que sentirse aire. A los gallegos todo nos suda la polla, y todo nos influye. Lo que queremos es viajar al vacio a la nada.
Los españoles estamos obsesionados por la perfección. Los alemanes por la eficacia. El problema del pragmatismo alemán, o positivismo, es que condicionan las decisiones éticas, a datos asumidos con anterioridad. En vez de tener en cuenta todos los factores, sin prejuicios y por igual.
En España, los españoles, queremos salvar la bandera, acabando con la patria y el país.
Lo que esta ocurriendo en el mundo es que los hombres buenos están sosteniendo la necedad.
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